La infiltración de los movimientos
sociales
Ernesto Benado R.
Tradicionalmente el control e información sobre los partidos
políticos y movimientos sindicales los ejercía en Chile un Departamento de la
Policía de Investigaciones que informaba directamente al Ministerio del
Interior. Durante la dictadura pinochetista esta misión fue ampliada y
complementada por los servicios de inteligencia con miles de soplones pagados,
algunos de los cuales se hacían pasar por militantes y entregaban la
información que pudiera condenarlos.
Actualmente, la ANI (Agencia Nacional de Inteligencia), puede
estar cumpliendo ambas funciones, pero su personal está juramentado a no
revelar lo que se hace, ni tampoco publicitar la información acumulada en los
años desde su creación más la heredada de los tiempos de la dictadura.
Poco sabríamos sobre cómo actúan los servicios de
inteligencia modernos si no fuera por las revelaciones
de un libro reciente publicado en inglés en que se entrevista a un
agente infiltrado durante años en los movimientos sociales ingleses y que al
renunciar destapó asombrosos detalles de
cómo se infiltra actualmente a la sociedad civil. El libro en cuestión se
llama “Agente encubierto: la verdadera historia de la policía secreta
británica.”[1] En
éste los autores relatan el testimonio de varios infiltrados y soplones con lo
cual caracterizaron la labor de la policía secreta en ese país.
La iniciativa de formar un Equipo Especial para
Manifestaciones en Gran Bretaña[2],
no nació de los gobiernos conservadores, sino de la alarma del gobierno
laborista de Harold Wilson, producida por las grandes demostraciones contra la
guerra de Vietnam que ponían en riesgo su alianza con el gobierno de los EE.UU.
El foco del SDS fue muy amplio: socialistas, anarquistas, medioambientalistas,
anti-nazis, antirracistas, incluso los que hacían campaña contra el apartheid. Financiados directamente por el
Gobierno, se decidió que 10 oficiales de la policía, en forma ultra secreta y
que no responderían ante nadie, cumplirían la misión de infiltrar y vigilar aún
a quienes desearan manifestarse pacíficamente. La labor del SDS se extendió
hasta 2008 cuando fue reemplazada por la Unidad Nacional de Inteligencia para
el Orden Público, con más de 70 agentes secretos.[3]
Ese trabajo de infiltración no se planteó como algo puntual o
dirigido a cierta organización en
especial. Se diseñó como un plan de largo alcance, más que por años, por décadas,
y tomando una gran cantidad de medidas
precautorias para ocultar la identidad de los agentes infiltrados. El secreto
de sus actuaciones permaneció así hasta octubre de 2010 cuando un grupo de
activistas políticos reveló en la red de noticias lo siguiente.
La agencia de noticias Indymedia reveló que Mark Kennedy un
oficial de la policía, encubierto los había infiltrado y dieron a la publicidad muchos detalles sobre
las tácticas del espionaje, sobre la doble vida de los oficiales encubiertos y
sobre la gente que ellos explotaron y traicionaron.
De la gran cantidad de datos sobre el actuar de los
“encubiertos” que figuran en el libro y en los comentarios que ha provocado,
hay dos que resultan de particular interés para los movimientos sociales y
políticos chilenos. El primero se refiere a la forma como se da una nueva identidad al agente para que sea imposible
rastrearlo como oficial de la policía. El hecho relatado se refiere a Peter Francis
quien espió en pequeños grupos antifascistas y anti racistas en Londres antes de Infiltrar al grupo que
era su objetivo: Acción Antifascista. Además, logró espiar a quienes hacían
campañas similares a través de Europa.
Gracias a él, quien actuando como un informante anónimo accedió a dar entrevistas a los autores del
libro, que se conoce con cierto detalle la forma como operó el SDS. Desde
entonces, su verdadera identidad es conocida y pública. Para darle una
identidad falsa y a prueba de todo, se
eligió la de un niño fallecido que coincidiera con el primer nombre de Peter y
más o menos su edad.
Se le consiguió un trabajo en una escuela, licencia de
conducir, pasaporte y una historia familiar
que incluía incluso un record criminal falso en el archivo policial. Dos
veces a la semana se reunía en una casa de seguridad con otro oficial del
SDS.
Un caso que obliga a reflexionar para el entorno chileno es
el de Mark Robinson que logró incorporarse en Greenpeace en Londres y se dice
que fue uno de los tres activistas que pusieron bombas incendiarias en las
tiendas Debenhams en varias ciudades. El plan consistía en poner las bombas
durante el día, pero programadas para que estallaran en el medio de la noche, para
que hicieran funcionar los rociadores de agua automáticos y se produjera una
inundación que arruinara el stock de prendas con piel animal. Las
cosas no funcionaron tan bien. Se produjeron daños mayores y dos de los tres
activistas fueron detenidos y condenados
por provocar incendios. Lambert (ese es el nombre verdadero de Robinson)
desapareció misteriosamente. Se sabe los oficiales encubiertos del SDS podían
pedir autorización retrospectiva a sus jefes por las cosas que hacían y así librarse
de las penas.
La nueva organización inglesa de trabajo encubierto (NPOIU)
ha hecho todo lo posible por tomar distancia de la ahora inexistente SDS,
aunque se sabe que está cometiendo y ocultando las mismas prácticas.
Este caso incendiario debe hacer pensar sobre los frecuentes
actos de vandalismo cometidos durante las manifestaciones estudiantiles en
Chile, en que la TV muestra a un grupo
de encapuchados que derriban un poste de semáforos, repetidamente y que
nunca son detenidos ni identificados.
¿Será una maniobra de inteligencia encubierta para
desacreditar al movimiento estudiantil y a sus aliados?
Al asumir en Chile un nuevo gobierno éste debiera dar
transparencia al trabajo de información
que se ejerce sobre los movimientos sociales que se manifiestan pacíficamente y
actúan dentro del marco legal
democrático.
Transparencia significa dar a conocer las normas y
procedimientos que tanto la policía política, como la ANI y los servicios de
inteligencia de las Fuerzas Armadas, dedican al control de los movimientos sociales
y a las garantías que se ofrecen a los ciudadanos para ejercer sus derechos
ciudadanos.
25/12/2013
[1] Rob Evans & Paul Lewis
[2] SDS por sus siglas en inglés
[3] NPOIU por sus siglas en inglés
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