sábado, 23 de agosto de 2008

A Juan Bustos , compañero de prisión

A JUAN BUSTOS , COMPAÑERO DE PRISION.
Ernesto Benado

Noviembre de 1975 fue un mes de terror para los exiliados chilenos en Argentina. No sólo la Triple A (AAA) asesinaba impunemente a estudiantes y profesores en las Universidades, sino que se sucedían los atentados con bombas en automóviles, estacionamientos y oficinas. El puñado de exiliados socialistas nos manteníamos en contacto en pequeños grupos y nos conectábamos una vez a la semana en cafés y bares previamente establecidos .Además ocultábamos nuestras direcciones personales no sólo entre nosotros sino también a los numerosos informantes de la policía bonaerense que trataban de averiguarlas.
No se trataba de rumores infundados. A mediados de año tres compañeros habían sido detenidos sin causa aparente: Eduardo Trabuco , Manuel Valenzuela y el Gato Agustín Muñoz. estaban presos, pero funcionaba todavía el llamado “derecho de opción” aquel mediante el cual todo detenido sin causa y a disposición del poder Ejecutivo Nacional(PEN) durante el Estado de sitio , podía reemplazar la prisión por su salida al exterior . Ese derecho regía tanto para argentinos como para extranjeros.

Nuestras reuniones periódicas servían para intercambiar noticias que llegaban desde Chile y también para evaluar la situación argentina que se iba haciendo cada vez más inestable .
Nos reuníamos regularmente Juan Bustos, Tito Drago, Roberto Pizarro y más a lo lejos con Humberto Moyano y Eugenio Parrau, quienes administraban una estación de servicios.También teníamos contactos esporádicos con Sergio Barría y Catalina Palma, aunque tratábamos de no conocer sus lugares de residencia. Una vez a la semana nos juntábamos en la calle Florida en un puesto de revistas al que llegaba El Mercurio a comentar los últimos acontecimientos. Vivíamos en un clima de terror, con Isabelita Perón en la Presidencia y su ayudante el ”mago” Lopez Rega dirigiendo a los paramilitares y TripleA.
Nos comunicábamos por teléfono y un día martes, tal vez el 20 de Noviembre no hubo respuesta en la casa de Alicia y Tito Pizarro, fuimos con mi esposa a la mañana siguiente a su casa y nos encontramos con un desastre. Los habían detenido en la mañana anterior, los niños, Andrés y Rodrigo, muy pequeños, lloraban la ausencia de sus padres y su abuelo Guillermo Gariazzo, no sabía que hacer.
Llamamos a Tito Drago para avisarle y nos encontramos con Barría, quien había recibido una cantidad de dinero enviada por Carlos Altamirano para enviarla al interior.
Al día subsiguiente, en la tarde la policía me fue a buscar al departamento, lo allanaron exhaustivamente y me detuvieron en la calle a una cuadra del edificio cuando regresaba y trataba de comunicarme por teléfono con vecinos amigos.
Me condujeron al cuartel de la policía civil en el centro de la capital en que me pasaron a interrogar sobre nuestras actividades como exiliados. En otra pieza sentí como torturaban con agua a Catalina Palma, y me vi con Carmen la esposa de Barría , a quien no habían torturado. Las preguntas eran tan rutinarias, que no se explicaba el rigor del interrogatorio. “todo lo que UD. dice, ya lo sabemos” me dijo Quinteros el que hacía de jefe .
¿cómo habían llegado a mí departamento? Uno de los primeros detenidos, esperó dos días , hasta que presionado dijo el nombre de la calle y describió el edificio en que vivíamos.
Nos fueron llevando a celdas de incomunicados del cuartel central de la policía civil, y a la hora de almuerzo nos encontramos siete socialistas chilenos detenidos: Juan Bustos , Roberto Pizarro, Alicia Gariazzo, Sergio Letelier, Luís Bravo,Catalina Palma y yo mismo.
Poco a poco aparecieron otros compañeros detenidos a quienes no conocíamos, algunos miristas de Valparaíso y de Santiago.

La causa de la detención era inexplicable para nosotros hasta ese momento. Carmen, la esposa de Barría fue dejada en libertad, Eliana la esposa de Juan Bustos y Maruja, mi esposa no fueron detenidas ¿había una lista para detener y la policía argentina cumplía con un requerimiento? Parecía que los interrogatorios fueron sólo para ubicarnos. Una vez obtenidas nuestras direcciones, el interrogatorio cesaba. No les interesaban nuestras actividades, pero ubicarnos en la gran ciudad , había sido un problema para ellos.

¿cómo fue que ubicaron a Juan , cuya dirección nadie conocía ?Una compañera tenía anotado su teléfono en una libreta y a través de ella lo ubicaron .

El trato de los policías no fue duro, incluso nos permitieron entregar efectos personales a los parientes y ver a algunos de los familiares. Pude entregarle a mi esposa una carta para don Alejandro Chelen en México, en la cual le decía : “ Compañero , aquí hay que tomarse toda la sopa” , pues él era reacio a tomarla y le reclamaba a su esposa cada día a la hora de almuerzo.
Estuvimos 5 días en el cuartel central de la policía de Buenos Aires, mientras preparaban los decretos de PEN. Al cabo de esos días, nos dijeron, despídanse de las compañeras porque estarán mucho tiempo sin verlas .Las tres mujeres eran: Alicia , Catalina y Ximena. Nos agregaron: Nosotros no tenemos nada contra Uds. Sólo estamos cumpliendo un pedido de vuestro gobierno. Estarán un buen tiempo detenidos y después podrán salir del país .Sólo muchos años después supimos que habíamos sido parte de la operación “Condor” y víctimas del ensañamiento de Pinochet hacia los exiliados.

Nos metieron en un furgón cerrado y compartimentado en el que cruzamos Buenos Aires y medio asfixiados llegamos a Villa Devoto , cárcel de la cual sólo conocíamos su nombre .
En Devoto nos distribuyeron de a uno en el 4° piso que estaba dedicado a los presos políticos . A Juan le tocó una celda con montoneros y a mí una con militantes del ERP. Los chilenos fuimos bien recibidos por los presos pues el Golpe Militar estaba fresco en las memorias de los argentinos y nos acogieron como hermanos en desgracia.
Sólo salíamos de las celdas para pasearnos en el pabellón una hora en la mañana. Después se cerraban las celdas. Aprovechábamos los minutos para intercambiar experiencias e información. A mí me tocó una celda en que ya estaba un preso político que iba saliendo al extranjero por haber hecho su pedido de opción. Llevaba más de 6 meses preso y estaba desmoralizado. Lo habían trasladado por varias cárceles de toda Argentina.
Los chilenos estábamos aún de buen ánimo. Sabíamos que los parientes y amigos se iban a mover por nosotros. Especialmente Eliana la esposa de Juan le dijo que la Embajada alemana se estaba preocupando. A través de rejas tuvimos dos o tres visitasde familiares cercanos.
Pasamos la navidad y podíamos comunicarnos con las compañeras que estaban presas en un edificio vecino y no muy lejano. La comunicación era por señas con las manos y ya había algunos expertos en el lenguaje de los mudos.
Un abogado argentino, amigo de Juan, nos hizo llegar solicitudes de opción y estábamos optimistas que pronto podríamos salir al extranjero.
Pero en algún día de Enero todo cambió. Nos trasladaron al quinto piso, un piso de castigo en el cual las pequeñas celdas sólo se abrían para pasarnos la comida. Estábamos de a dos y la comunicación se hizo muy difícil . En la celda de al lado estaba Tito Pizarro y yo quedé con un dirigente sindical, buena persona quien no tenía a quien recurrir. Juan quedó en una celda del frente junto con presos paraguayos quienes estaban también muy desamparados.
A fines de Enero nos hicieron juntar todas nuestras pertenencias y ponernos en fila frente a la puerta del 5° piso.
Nos fueron llamando por orden alfabético. Al llegar a la puerta nos vendaban los ojos y nos esposaban al compañero siguiente. Nos guiaron por las escaleras y nos subieron a ciegas a un bus que nos condujo a un avión y a gritos y golpes nos sentaron de a dos poniendo una cadena entre las esposas y el fuselaje . No hicieron encorvar lo más posible y nos golpearon brutalmente con las culatas en las costillas. Todos recibimos golpes y algunas quebraduras.Fue el viaje más terrorífico que hemos tenido.. Duró casi cuatro horas. Los gendarmes a quienes no veíamos, se reían diciendo que volábamos por encima del mar y que nos iban a lanzar al espacio. También para excitarse decían ,: “este es el que me robó mi reloj” no sabían que éramos presos políticos para ellos éramos sólo delincuentes trasladados, y nos daban duro siguiendo la costumbre de los traslados en Argentina.
Al llegar,nos empujaron nuevamente a golpes hacia un bus que no veíamos y un corto traslado hasta la cárcel de la ciudad de Resistencia en el norte argentino , la capital del Chaco.
Los gendarmes al llegar nos dijeron:”pueden sacarse las vendas” y por fin pudimos vernos las caras y comprobar como y donde estábamos. En el centro de un pabellón antiguo estaban en un gran montón todas nuestras cosas amontonadas y un par de presos políticos más antiguos residentes en el penal nos estaban tratando de atender ofreciéndonos mate , azúcar y pan.
Nos ubicaron de a uno en celdas separadas en el segundo piso. Juan Bustos quedó en la celda vecina a mi izquierda. No podíamos comunicarnos ni a gritos.
Al día siguiente pudimos dialogar y hacer un balance de la situación. Las celdas se habrían a las 8AM para desayunar y permanecían abiertas hasta las 6 PM . hora en que durante 30 minutos se nos daba agua para bañarse. La gran mayoría de los presos pertenecía a militantes montoneros o del ERP de la zona de Tucumán en que habían emprendido acciones armadas. Incluso había dos curas, uno argentino y uno italiano. todos entusiasmados por las teorías de los focos guerrilleros.También estaba preso el senador uruguayo Erro que se había salvado milagrosamente del asesinato.
En el mismo pabellón estábamos Juan,Luis Bravo y yo . En otro pabellón paralelo y sin comunicación con nosotros estaba Letelier. Sólo a la hora de un corto recreo matinal en un patio, podíamos a gritos hablar con él.

Con Juan hicimos pronto un plan de trabajo y de relaciones. A los Montoneros que tenían una organización militarizada en el interior del penal ( hacían rancho juntos , compartían recursos y hacían ejercicios colectivos ) les comunicamos que nosotros no nos incorporábamos a su disciplina , pero que queríamos hacer gimnasia en conjunto con ellos , mantener buenas relaciones y contribuir a sus recursos financieros que se usaban para adquirir tabaco, yerba mate , papel para liar cigarrillos y azúcar . Como ni Juan ni yo fumábamos, cambiamos nuestras cuotas de tabaco por un poco de leche en polvo.
Juan encontró entre los libros del penal un pequeño texto para enseñar alemán y como el dominaba el idioma me propuso enseñarme esa lengua. Empezamos con gran disciplina a estudiar. El me explicó primero la pronunciación fonética del alemán y algunas excepciones y todos los días me tomaba la lección haciéndome leer una página ,
por vez . Desde entonces y para siempre Juan fue para mí “mi profesor de Alemán”. Mi amistad con Juan, una persona con la cual era imposible enojarse, tenía ya 9 años. Había empezado el año 1966 cuando fundamos, junto a Francisco Fernández, Clodomiro Almeyda, Jorin Pilowsky, Roberto Donoso y una veintena de militantes y amigos del Partido Socialista, el CENDIS , Centro de Documentación e Información Socialista que funcionó , en una hermosa y vieja casa en la calle Barros Errázuriz, hasta que fue incendiada en los días antes del golpe militar.
Cuando me incorporé a militar. en 1970 en el PS encontré que Juan era el Secretario Político del Regional Santiago del PS. al cual me incorporé con todo entusiasmo. Nuestros contactos con él y con Tito Drago fueron permanentes y recuerdo claramente cuando en Abril de 1973 , después de las elecciones parlamentarias en que los partidos de la UP , superaron el tercio de ambas cámaras , haciendo imposible la destitución de Allende , Juan me confidenció que el servicio de inteligencia de uno de los países socialistas les había informado que el golpe era inevitable y que el ejército estaba unido para darlo.Muchas veces en la prisión comentamos esa información y como el gobierno también advertido, no había hecho nada al respecto.

Así avanzamos hasta mediados de Febrero de 1976, fecha en que tuvimos la primera vista de Eliana y mi esposa. Habían recibido nuestras cartas y llegaron con la cosa más urgente que requeríamos, entre ellas con una pequeña radio portátil a pilas y un televisor que se podría ver desde las celdas en la planta baja, en las horas de encierro.
Las noticias no eran alentadoras. Las opciones habían sido presentadas pero ya cumplíamos tres meses y no se sabía de nuevos decretos autorizando las salidas.
Eliana había avanzado las gestiones con la embajada alemana y le decían que estaban en contacto con los militares.Teníamos que esperar hasta mediados de Marzo para la próxima visita.
Nos depositaron algo de dinero que integramos a la caja común del pabellón y nos despedimos, como siempre, llenos de congoja y preocupación por nuestras familias en Argentina y en Chile.
Juan se hizo cargo de escuchar la pequeña radio en la noche y hacer un resumen de las noticias que se captaban de las radios oficiales. Hacía un pequeño resumen manuscrito de los más importante que se pegaba temprano, tan pronto abrían las celdas para informar de la novedades a todos los presos del pabellón.
Los gendarmes requisaron un par de veces los pequeños comunicados , pero al ver que era lo mismo que ellos escuchaban en las radios y que no había , ni consignas ni convocatorias , las permitieron.
Con Juan nos impusimos, aparte de los ejercicios comunes que hacíamos con los demás presos, algunos más severos destinados a robustecer nuestras piernas. Juan me contó que había estado durante un buen tiempo en un seminario de la secta Schoenstatt un movimiento apostólico renovado e integral, en el cual él había tenido que someterse a disciplinas físicas bastante extremas, así que para él era corriente tener que hacer ejercicios físicos muy extenuantes.
Vivíamos pegados a cualquier novedad de nuestros decretos de opción.
La mañana del 26 de Marzo , Juan me saludó con una mala noticia . Me dijo : “ Anoche hubo un golpe militar , la Junta ha suspendido el derecho de opción .”
Durante algunos días nuestra vida carcelaria siguió sin cambios, como si nada hubiera pasado en el país. A los pocos días recibimos la visita de nuestras esposas y ellas nos contaron que el clima de terror si había intensificado y que las gestiones de la embajada alemana por Juan estaban interrumpidas, hasta se supiera con quien tratar.
A mediados de Abril Juan recibió una carta de Eliana en la que le decía que las gestiones se habían reanudado y que se preparara para su traslado a Buenos Aires .
Por nuestra experiencia, lo que temíamos en los traslados aéreos eran las brutales golpizas de los que nos contaban los otros presos. Había en el mismo pabellón presos jóvenes que estaban semi lisiados por el maltrato en los traslados. Algunos ya habían recorrido dos o tres planteles carcelarios.
Por eso en forma preventiva nos pusimos de acuerdo con Juan para que en su primera carta pusiera una calificación numérica al traslado , entre algunas frases sin importancia Siete , era sin golpes , 1, lo peor , terrible golpiza y daños corporales .
Recuerdo que a los pocos días el penal recibió la orden de trasladarlo a Buenos Aires y Juan hizo un pequeño bulto con sus efectos personales y nos despedimos emocionados.
Las visitas fueron suspendidas por el gobierno militar , pero aún así pudimos recibir una carta de Juan en que nos decía que el trato merecía la nota cuatro , es decir lo habían golpeado pero sin causarle daño permanente .
Supe por otra carta de mi esposa, que Juan y su familia se había trasladado a Alemania.
Y mucho después, ya en libertad, me contaron que los alemanes en sus tratativas con los militares argentinas habían tenido que obsequiar a dos generales autos Mercedes Benz nuevos. A lo que accedieron por su inmenso aprecio por Juan, destacado jurista, doctorado en Bonn. Uno de los generales receptores del auto , fue el llamado Roberto Viola.
No volví a ver a Juan, hasta dos años después, cuando yo también salí en libertad y pude viajar a Barcelona, donde Juan ya estaba haciendo clases. Nos abrazamos emocionados y desde entonces reanudamos un trato fraternal que sólo se interrumpió con su fallecimiento.
En los homenajes a Juan se han destacado las bondades de su carácter, su inteligencia y su modestia. He creído necesario recalcar que Juan además sabía mantener su integridad intelectual y consecuencia en circunstancias tan adversas como las que nos tocó vivir juntos.

12 de Agosto de 2008