viernes, 18 de octubre de 2019


UN DEBATE FUNDAMENTAL: LA JORNADA DE 40 Horas.
                                                          Ernesto Benado

Los que nunca han trabajado de pie frente a una máquina, una correa transportadora o cosechando a mano, incluyendo a los señores legisladores, están decidiendo cual será la jornada laboral durante las próximas décadas.
Están confundiendo la jornada de 8 horas diarias que, distribuidas en los 5 días hábiles de la semana, suman las 40 horas semanales que reducen las actuales 45 en 5 horas por semana, con la flexibilidad laboral.
Son dos problemas distintos, en los cuales no hay contradicción, pues pueden resolverse y coordinarse perfectamente.
Si se fija como normal y legal la jornada de 40 horas semanales, éstas se pueden distribuir, por común acuerdo, durante la semana, para establecer turnos que se acomoden al ciclo productivo más eficiente.
Es claro que, si se exceden las 40 horas y hasta un máximo fijado por ley, estás horas adicionales y extraordinarias deberán pagarse con el recargo de 50%. Tal vez en pagar en ese caso más horas extraordinarias es lo que provoca el rechazo empresarial.
La reducción de la jornada laboral normal actual de 9 horas semanales que completan 45 en la semana de 5 días es una reivindicación tan sentida por los trabajadores, que el actual gobierno de derecha, que no simpatiza con estas reducciones , se ha visto obligado a aceptarla , eso sí que retrasándola  en una dilatación l legal  que se desarrolla de a poco en 5 años y suma 41  horas semanales.
Esto recuerda la anécdota del profesor que decidió cortarle la cola al gato, y para que le doliera menos se la iba a cortar de a poco.
Lo que interesa a las autoridades políticas y patronales es que la reducción de la jornada laboral ya no sea tema en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias.
La reducción de la jornada laboral se ha transformado en un tema crucial para esas elecciones y quienes la planteen, tendrán un plus electoral evidente. Es una propuesta que llegará incluso a quienes se abstienen de concurrir a votar, porque la política no les interesa. Pero claro que el tiempo de trabajo interesa a todo el mundo.
Es curioso que incluso en partidos de izquierda existan dudas sobre la reducción de las 5 horas legales semanales. También en el Partido Socialista que aprobó en su último Congreso Nacional esa reducción, no existe acuerdo de sus parlamentarios de cómo votar la propuesta de las dos diputadas comunistas, Cariola y Vallejos, que la están impulsando.
La confusión seguramente proviene del discurso empresarial que argumenta que la productividad de los trabajadores chilenos es muy baja y que al disminuir la jornada diaria en una hora la producción bajará. La verdad es que la producción en la última hora de trabajo, disminuye por el cansancio del trabajador y que la productividad en esa última hora es la más baja. La producción en sólo 8 horas de trabajo, será la misma  que la actual , la producción por hora subirá y eso es lo que mejora la productividad.
Chile, según las últimas estadísticas es el país latinoamericano con mejor índice de productividad laboral, la reducción de las horas de trabajo “cansado” mejorará la productividad y contribuirá al desarrollo productivo.
20/08/2019
  Publicado en El Mostrador.cl



LA FALTA DE INICIATIVA EMPRESARIAL


SUPERAR LA FALTA DE INICIATIVA EMPRESARIAL
                                                   Ernesto Benado
Las cúpulas de las organizaciones empresariales sean la Sociedad de Fomento Fabril o la Confederación de Comercio de Santiago o la Confederación Nacional de Comercio han iniciado una campaña general para oponerse a la reducción de la jornada laboral, la llamada semana de las 40 horas , propuesta que tiene un respaldo de más del 70 % de la población en las encuestas nacionales.
Sus argumentos son varios y no es necesario repetirlos: se aumentará el costo de la mano de obra y eso , en algunos sectores productivos, puede provocar una reducción de las utilidades.
Ha sido por eso algo sorprendente que el economista que escribe en El Mercurio, don Jorge Marshall, haya analizado en profundidad las limitaciones de la clase empresarial chilena
.Dice en  párrafos resumidos:
“La evidencia indica que los ejecutivos responsables de decisiones en este ámbito asumen una posición de subordinación…. Este modelo de decisión puede tener ventajas en la gestión de las actividades habituales, pero definitivamente no funciona cuando se trata de explorar nuevas tendencias” …En las economías avanzadas las decisiones empresariales están sometidas a un continuo escrutinio horizontal que proviene de mercados de capitales activos y profundos…
“En Chile en cambio, esta presión externa está restringida predominando el control jerárquico que ejercen los grupos económicos y las empresas multinacionales.”
Y ¿Cómo termina este análisis de las limitaciones empresariales chilenas?
“En síntesis, para avanzar hacia el desarrollo necesitamos explorar nuevos campos y construir nuevas capacidades.”
Es sorprendente que se pueda hacer un examen de las limitaciones para el desarrollo en nuestro país y no se hagan propuestas para superar el lento crecimiento  que está viviendo Chile. Tal vez las propuestas para impulsar el desarrollo en Chile no puedan venir de los economistas, sino que ellos sólo contribuyen a los análisis y fijan las limitaciones macroeconómicas, pero las propuestas concretas de las iniciativas deben provenir de otros profesionales y de especialistas en diferentes áreas técnicas productivas.
Durante los 30 años desde el regreso a la democracia los llamados “industrialistas” hemos insistido en que para llegar al desarrollo se deben impulsar proyectos industriales y superar la desindustrialización que caracterizó al gobierno militar. La participación de la industria en el Producto Interno Bruto alcanzaba hasta antes del golpe a un 25%, que se sigue reduciendo para alcanzar un magro 10%  en la actualidad.
Lo más grave es que no existen propuestas provenientes de las organizaciones empresariales, ni de la Corporación de Fomento, ni de la Fundación Chile para revertir esa tendencia, ni tampoco hay ningún órgano de Gobierno preocupado por superar la desindustrialización y/o proponer iniciativas industriales concretas. Es un tema inexistente para las autoridades, donde no es prioridad del Estado, más bien sería algo nefasto, proponer o impulsar proyectos que permitan superar la crisis de crecimiento actual. Todo queda entregado a la iniciativa de inversión de los capitalistas privados, chilenos y extranjeros, que evidentemente están interesados por invertir en proyectos menos riesgosos y con retornos de más corto plazo.
Chile vive una emergencia hidráulica, por la sequía que enfrenta la mitad centro norte del país . Es una gran oportunidad para enfrentarla con proyectos estatales o mixtos con participación privada, nacional y extranjera, que a la vez den impulso a proyectos en que intervengan industrias existentes o nuevas, que permitirían superar esta crisis que afecta no solo a la agricultura, sino también a los hogares de una buena mitad de la población.

publicado en Elmostrador  16 Octubre 2019